En Corrientes, la modalidad holística propicia la captura de carbono y nitrógeno en el suelo, y la reducción de las emisiones de metano de los animales.
Frente al desafío del calentamiento global y, en ese marco, las críticas a la ganadería bovina por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), estudios a campo realizados en Corrientes evidencian que el manejo del pastoreo puede aportar a la mitigación del cambio climático.
El pastoreo manejado adecuadamente, con rotación de potreros, acotados en un menor tamaño, con mayor cantidad de animales por superficie, facilita la captura de carbono y nitrógeno en el suelo, redistribuye y aumenta el fósforo disponible, a la par de favorecer la producción de pastos nutritivos que ingresados en el rumen producen menos metano.
“Hasta ahora son todas buenas noticias”, destaca el doctor en Ciencias Agrarias DItmar Kurtz, especialista que en la Estancia Rincón, departamento Concepción de la provincia litoraleña, está aplicando ese tipo de manejo que denomina holístico, como superación del pastoreo continuo. Busca aprovechar de forma eficiente el pasto producido naturalmente.
Sucede que en el Nordeste de la Argentina (NEA) los pastizales naturales cubren alrededor del 40% del área total y están compuestos por especies estivales, principalmente gramíneas C4, que crecen activamente desde la primavera hasta el otoño.
Así, queda poca disponibilidad de forraje en el invierno y el manejo tradicional del ganado básicamente contempla el pastoreo continuo, que determina sobrepastoreo en algunas situaciones y subpastoreo en otras. Todo debido a que es una región “bendecida” por una productividad alta de pasto en verano, pero baja en invierno. No se enfarda porque la calidad se degrada muy rápido. Si el pasto no se consume, se acumula seco muerto en pie, y se transforma en un riesgo de incendio, sobre todo en épocas de escasas precipitaciones.
Los estudios del equipo coordinado por Kurtz reflejan que “el pastoreo rotativo gestionado adecuadamente, aporta al incremento de la estabilidad estructural del suelo y el carbono orgánico del mismo, por lo que las tasas de secuestro de carbono (C) son de hasta 4,2 t de C ha− 1 año– 1.
En estos ensayos correntinos, la captura de carbono se incrementó a razón de 2,1 toneladas por hectárea por año, con los evidentes efectos ambientales positivos que implica para mitigar los efectos del cambio climático.
Los cambios en el stock de carbono en el suelo están estrechamente asociados con la variación en la producción de raíces, y a la incorporación por pisoteo del material muerto seco en pie, no consumido.
“En el sistema holístico, lo que no se come, queda incorporado en el suelo por el pisoteo. Y los perfiles edáficos mejoran notablemente: no se modificó la densidad aparente del suelo, o sea que no se aplasta por la mayor cantidad de animales y la presión de las pezuñas”, explicó el especialista ante Clarín Rural.
Y agregó: “Con este sistema, en estos suelos jóvenes (no más de 10.000 años, los depositó hace poco el Río Paraná) se incrementa la cantidad de carbono, el PH no se modifica, la estabilidad de los agregados del suelo también mejoraron. Observamos una tendencia incremental en la captura de carbono y el año que viene seguiremos monitoreando”.
Además, se registraron importantes incrementos en el contenido de fósforo asimilable, que prácticamente se duplicó comparado a los potreros bajo manejo tradicional. Esto se debe, según explicó Kurtz, a que “en el manejo holístico el animal bostea de una manera más uniforme. En el pastoreo continuo los animales bostean más donde toma agua, entonces se ven manchones y no una distribución pareja".
Más fósoforo y menos metano
En cambio en la nueva modalidad, "el animal está condicionado a comer más rápido en una superficie más chica y en definitiva la distribución de la bosta es más homogénea en cada parcela. Esto es muy importante en esta región porque los suelos son muy deficientes en fósforo y vimos que al mejorar la distribución de la bosta, este nutriente se duplicó en los potreros donde se está usando este sistema”.
Fuente: Mauricio Bártoli - Clarin.com