1897 - 2024

127º Aniversario - Trayectoria y excelencia al servicio de la profesión.

Este cambio cultural se refleja en nuevas formas de relación entre humanos y animales.

A medida que va pasando la vida solemos cambiar algunos objetivos que marcaron la adultez y que se concentraron fundamentalmente en la familia y el trabajo. Se adquieren nuevas dimensiones, ya que lo cotidiano deja de estar centrado en obligaciones que impregnan un ritmo acelerado y enajenante, para hallar espacios y tiempos más personales. Es allí donde los afectos toman un rol más destacado, y con ello sobresale el amoroso espacio de las mascotas.

Sin duda, estamos viviendo un mundo muy distinto con respecto a las relaciones que mantenemos con los animales de compañía o con quienes nos entre-acompañamos.

Una creciente consciencia acerca de la sensibilidad y el valor que poseen lleva a que tengamos atenciones que, años atrás, hubiesen sido vistas como una especie de exagerada consideración, que rozaría lo absurdo.

Sin duda, perros y gatos (y otros que entran en las casas y corazones) se han hecho merecedores de crecientes derechos que, en algunas legislaciones, se asemejan cada vez más a los humanos. Así como los códigos acerca del buen o mal trato parecen evolucionar muy rápidamente hacia una convivencia en la que las personas encuentran límites, cada vez más precisos, hacia actitudes calificadas como violentas.

Toda esta transformación promueve una industria del cuidado físico y cosmético que les disponemos, las variedades de alimentos diferenciados por edad, tipos de pelo, problemas orgánicos, así como un conjunto de profesiones y tareas que exceden en mucho a los veterinarios y se agregan los paseadores, los encargados de pensionados, los peluqueros o los psicólogos.

Si estos animales de compañía convivían en los espacios exteriores de la casa, ya que debían cuidar del hogar o proteger de animales menos deseables, hoy habitan centralmente en el interior y dichas tareas son bastante menos requeridas, y muchas veces prescindidas para evitar riegos que puedan lesionarlos.

Este cambio cultural, que se refleja en nuevas formas de relación entre humanos y animales de compañía, toma una particular relevancia en personas de mediana edad y mayores, particularmente cuando los hijos comienzan a dejar la casa o se jubilan.

Las personas encuentran tal nivel de compañía que restaura las pérdidas relacionadas con el nido vacío y otorgan sentido al tiempo menos ocupado por el trabajo u otras ocupaciones familiares.

Las personas comienzan a sentir en esa relación una fortaleza que conocían, pero no la habían vivenciado de esta manera, ya que los tiempos y los afectos eran prioritariamente otros.

Las mascotas cobran una atención inédita que les posibilita cambiar hábitos, como dormir en lugares no permitidos, recibir mejores alimentos, más tiempo de juegos o viajes.

La mascota toma un espacio amoroso absolutamente necesario para sus humanos de compañía y la cercanía se vuelve central para ambos, lo que se evidencia en un discurrir sobre éstos de maneras enérgicas y sobredimensionadas

Diversas investigaciones muestran como el vínculo con las mascotas devuelve a la persona un afecto altamente incondicional, semejante al vivido con niños pequeños, aunque con mucha menor responsabilidad.

La valoración de las personas, o autoestima, se incrementa en base a las manifestaciones de cariño que expresan los animales, devolviendo un sentido de necesidad y cercanía muy intenso. Una mujer mayor decía que su perrito era el único que le festejaba su llegada tan sinceramente.

A su vez, las mascotas permiten dirigir un monto de cariño altamente reconfortante para ambos que se evidencia en los cuidados. Ocuparse de sacarlos a pasear, darles comidas más ricas, llevarlos con otros animales o mimarlos al despertar. Un varón decía que estaba gatizado porque su felino lo retenía más tiempo en la cama y le exigía remolonear juntos.

Las expresiones muestran un encuentro altamente placentero y con pocos ruidos en la comunicación afectiva.

Las investigaciones en salud muestran que las personas mayores en su trato con mascotas mejoran condiciones físicas, como problemas cardiovasculares, o psicológicas, como ansiedad y depresión.

La percepción de una mejor salud amengua la frecuencia de visitas al médico, así como disminuye la percepción de dolor y de medicamentos para el sueño u otros problemas de salud.

Su compañía reduce el aislamiento y la sensación de soledad, con los efectos nocivos que generan, así como promueve actividades y roles de cuidado que suelen ser valiosos para sentirse útiles responsables y queridos.

Un dato más, es la mayor sensación de alegría de quienes comparten con animales, que nos muestra el potencial de este encuentro.

Aún con la enorme cantidad de investigación que muestra el beneficio del encuentro humano animal, sigue habiendo una cierta deslegitimación de su valor. Lo que resulta elocuente en los duelos por las mascotas, ya que la sociedad no termina de reconocer lo dificultoso de esta pérdida.

Estamos avanzando hacia sociedades en las que se puedan expresar afectos diversos que multipliquen las formas de expresión y encuentros, así como aprender a conocer los beneficios que pueden promover en cada etapa de la vida.

Fuente: Ricardo Iacub - Clarin.com

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Curiosidades

Los 10 principales avances médicos de la Edad Media

Todavía la percepción que el ciudadano medio tiene sobre la Edad Media es la de que fueron tiempos oscuros, con multitud de calamidades, poblaciones analfabetas y un retroceso sustancial en cuanto a los avances médicos que la Antigüedad había aportado. Todo ello no son más que apriorismos que colocan en un puesto de inferioridad a los tiempos medievales respecto a otros momentos de la Historia. Sin embargo, un análisis detallado nos revela que en el Medievo surgieron muchos de los logros de la Medicina que todavía hoy están vigentes. Aquí están los 10 principales avances médicos de la Edad Media.

1. Hospitales
En el siglo IV de nuestra era el concepto de hospital, es decir, un lugar donde los pacientes podrían ser tratados por los médicos con equipamiento especializado, estaba en su embrión en algunos lugares del Imperio Romano.

Más tarde, en Occidente, los monasterios fueron los centros donde surgieron los primeros hospitales para dar servicio a los viajeros, transeúntes y pobres. Mientras, en Oriente, en el mundo árabe, los hospitales surgieron en el siglo VIII.

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