a cebra y el caballo de Przewalski son los casos más avanzados. Están en estudio el rinoceronte de Sumatra y el bucardo. El sueño de “resucitar” al mamut lanudo.
Han pasado casi 25 años desde que Dolly, la oveja más famosa del planeta nació -tras 277 intentos- en una granja de Escocia, a mediados de 1996. Desde entonces, la reproducción genética sirvió para salvar muchas especies en peligro de extinción. En la actualidad, de hecho, la biología molecular trabaja por la subsistencia de cinco exponentes.
Entre los casos más recientes se encuentra la cebra, logrado el año pasado por un grupo de argentinos. También en agosto de 2020, un equipo consiguió clonar un caballo de Przewalski.
Mientras que en lista de espera aguardan el rinoceronte de Sumatra y el bucardo, cuyo último ejemplar data del año 2000. El santo grial de la biotecnología es el mamut lanudo, donde tres laboratorios intentan devolverlo a la tundra siberiana.
“El proceso de clonación es la reproducción de un animal idéntico a otro que ya existe, en lo que se podría considerar un gemelo desde la genética, aunque diferido en el tiempo. Se trata de una técnica de fecundación de forma asexual, ya que no intervienen los espermatozoides. Lo que se precisa en el caso de la clonación son óvulos”, explica Andrés Gambini, investigador del CONICET en el departamento de producción animal de la Facultad de Agronomía (FAUBA).
Actualmente, hay unas 5.200 especies amenazadas. Un 25% de mamíferos y anfibios, 34% de peces, 20% de reptiles y 11% de aves, según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“El óvulo contiene toda la maquinaria para producir un embrión; lo que hacemos en el laboratorio, a través de una micro-cirugía, es extraer toda esa información genética y le introducimos el ADN -que son células que tenemos cultivadas y preservadas en termos de nitrógeno líquido- de la especie que queremos clonar, que bien puede ser una que está en peligro de extinción”, describe Gambini.
Mientras algunos expertos consideran que la copia genética del mamíferos podría ayudar a preservar aquellas especies en peligro, otros van más allá y buscan recuperar criaturas ya desaparecidas hace miles de años.
La idea de resucitar especies extintas -un proceso llamado desextinción- lleva más de dos décadas montado en el fino horizonte que separa la fantasía cinematográfica de la realidad. Sobre todo, desde que el Tiranosaurio Rex de Steven Spielberg se escapó de su jaula en la ficción del Parque Jurásico.
Pero todo tiene un límite. Según un estudio publicado en Nature, el ADN puede llegar a preservarse unos 6,8 millones de años si se conserva en condiciones óptimas, aunque deja de tener utilidad científicaa partir de los 1,5 millones de años.
“El engaño biológico consiste en hacerle creer a ese óvulo que lo que ingresó es un espermatozoide para generar un embrión, al que hacemos crecer en el laboratorio por siete días y lo transferimos a una hembra receptora que va a ser la encargada de llevar adelante la gestación”, expone Gambini.
Lo que implica que los dinosaurios, que desaparecieron hace 65 millones de años, no figuran en el menú de posibles recuperados. Los cinco casos actuales corresponden a:
La cebra. Este hallazgo genético, en el que se clonaron por primera vez embriones de cebra, participaron investigadores de la UBA-CONICET, la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y el apoyo de la Fundación Temaikén.
“Con las especies en peligro de extinción surgen algunos inconvenientes, porque uno no tiene suficiente material genético para completar el proceso. Una limitación importante es el acceso a los óvulos ya que es muy difícil obtenerlos de animales que están en proceso de extinción. Lo que se hace es utilizar óvulos de especies domésticas que están filogenéticamente emparentadas. Esto fue lo que hicimos en el caso de la cebra, donde utilizamos óvulos de yegua, que pertenece a otra especie y los utilizamos para generar embriones que contengan el ADN del animal que se encuentran en peligro de extinción”, resume Gambini.
El equipo tiene una gran experiencia en el desarrollo de biotecnologías reproductivas, aplicadas sobre todo a la producción de caballos domésticos.
En agosto de 2010, en el marco de un proyecto que fue parte de la tesis doctoral de Gambini, el laboratorio dirigido por Daniel Salamone anunció el nacimiento del primer clon equino de Latinoamérica, al cual bautizaron BS Ñandubay Bicentenario.
Przewalski. A partir del ADN de un ejemplar fallecido hace 22 años, un equipo de científicos norteamericanos consiguió clonar este caballo salvaje mongol. El potro Kurt, que nació en un establecimiento veterinario en Texas, fue replicado a partir del ADN de un Przewalski que fue criopreservado por el zoológico en 1980.
En la actualidad, hay menos de dos mil ejemplares en todo el planeta, de los cuales la mitad se encuentra en zoológicos. Los actuales caballos de Przewalski son descendientes de apenas doce que se salvaron de la desaparición de la especie a inicios del siglo XX.
Rinoceronte de Sumatra. Tras ser declarado extinto en libertad en 2015, la última hembra llamada Iman, murió en 2019 en una reserva natural de la isla de Borneo a causa de cáncer.
Muhammad Lokman, investigador de la Universidad Islámica de Malasia, detalló que aún conserva tejidos vivos de diferentes órganos como los riñones, el hígado, la piel o el corazón de los tres últimos ejemplares de rinoceronte muertos en el país.
Ahora el equipo está trabajando para conseguir óvulos de rinocerontes africanos del zoológico de Kuala Lumpur con la intención de fecundarlo con células somáticas de los especímenes extintos.
El dicerorhinus sumatrensis ocupó un territorio que abarcaba desde el este de India hasta el extremo de Malasia, aunque en la actualidad se estima que permanecen entre 30 y 80 ejemplares en de la isla indonesia de Sumatra y en la parte indonesia de la isla de Borneo.
Bucardo. Esta subespecie de la cabra montesa, fue un animal muy esquivo y difícil de ver, pero que estaba muy bien adaptado a las condiciones invernales del Pirineo, se convirtió en un trofeo codiciado por los cazadores de la región.
En 1989, un censo reveló que quedaba menos de 12. En diez años, la única superviviente era una hembra llamada Celia. Un equipo del Parque Nacional de Ordesa, la capturó, le puso un collar de radiolocalización y la liberó en su medio natural. Nueve meses después, el collar emitió una señal larga y continua. Celia había muerto.
Un grupo de investigadores está tratando de clonar a la última bucarda, fallecida, a partir de muestras tomadas antes de su muerte. Esto ya se logró en 2003, aunque la cría apenas vivió unas horas.
Mamut. Wolly Mammoth Revival es el nombre del ambicioso proyecto que pretende resucitar al mamut lanudo, una especie que se extinguió hace 4.000 años. Científicos de la Universidad de Harvard creen que esto será posible gracias a muestras de ADN rescatadas de mamuts congelados en el Ártico.
El mejor conservado es Lyuba un cachorro de mamut hembra que murió con 30 días hace 41.800 años, que está en poder de la Revive & Restore, la misma que logró el éxito con el caballo de Przewalski.
Sin embargo, La clonación por el método Dolly no es viable, porque aunque se disponen restos bien conservados, los genomas de estas muestras están degradados en millones de fragmentos. Y no hay forma de volver a unirlos en el orden adecuado.
En 2015, se obtuvo la secuencia completa del genoma del mamut y el próximo paso es gestar un embrión híbrido. Para ello se debe mezclar el ADN conservado del mamut con el de su pariente vivo más cercano, el elefante asiático.
La Universidad de Kinda en Osaka ha trabajado con otros institutos japoneses y rusos para estudiar y encontrar métodos alternativos para hacer que el gigante prehistórico vuelva a la vida.
Fuente: Marcelo Bellucci - Clarín.com