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Publicado: Martes, 14 Marzo 2023 11:47
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. demuestra que la ganadería de nuestro país no contamina el medio ambiente.
Durante años se utilizaron enfoques tradicionales en la medición del dióxido de carbono basado en el recuento y la estimación de la cantidad de dióxido de carbono que se emite en todos los sectores de una economía, como el transporte y la agricultura. Estos permitían evaluar los avances en los esfuerzos de reducción de emisiones. Pero su elaboración deja de lado una parte más que importante de la historia: la incorporación del dióxido de carbono al suelo. Un enfoque descendente en el cual se considera a las diferentes actividades como parte de un ciclo permite diferenciar a las distintas producciones económicas generar inventarios. Es aquí que la ganadería argentina tiene todo por ganar.
Un estudio publicado en Earth System Science Data utilizó mediciones realizadas por la misión Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) de la NASA ofrece una nueva perspectiva al hacer un seguimiento tanto de las emisiones de combustibles fósiles como de los cambios totales en las "reservas" de carbono de los ecosistemas, incluidos árboles, arbustos y suelos. Los datos son especialmente útiles para seguir las fluctuaciones de dióxido de carbono relacionadas con el cambio de la cubierta terrestre. Aunque la misión OCO-2 no se diseñó específicamente para calcular las emisiones de los distintos países, los resultados de los más de 100 países llegan en un momento oportuno.
El hallazgo es que Argentina es uno de los pocos países que aparece con balance positivo (color verde) debido a la captura de carbono en las "tierras de pastoreo" (bosques, arbustales, pastizales, etc.).
Y es aquí la importancia que se le brinda a la producción ganadera específicamente en la Argentina. La ganadería argentina es parte del ecosistema natural y constituyen una de las actividades que lleva al agro argentino a ser un actor esencial en la gestión de la fotosíntesis y la recuperación del dióxido de carbono de la atmósfera en el ciclo natural del carbono.
El proceso se da a través del consumo de las vacas quienes se alimentan mayoritariamente en nuestro país de las pasturas y pastos naturales. Estos recursos forrajeros, han tomado del aire el dióxido de carbono como parte del ecosistema natural a través de la fotosíntesis. Las vacas digieren el carbono del pasto eliminando metano a la atmósfera. Pero el metano que ellas emiten esta “hecho” en base al carbono del pasto que consumieron y su duración es de entre 10 a 12 años en la atmósfera. Luego de ese tiempo el metano se transforma en agua y dióxido de carbono. El que es absorbido naturalmente a través de la fotosíntesis por las pasturas y pastos naturales. Y es así como el ciclo se repite una y otra vez. Es naturaleza pura.
Argentina, es uno de los países con mayor superficie de pastizales naturales que existen en el planeta tierra. Se encuentra dentro de los cinco países con más disponibilidad de este recurso. El color verde del mapa elaborado con datos de la NASA encaja perfectamente con los sistemas de producción de carne de nuestro país, ya que comparando con otras ganaderías más industriales e intensivas propias como las que tienen lugar en otros países del mundo, nuestras vacas pastan en prácticamente todo el territorio y sus sustentos alimenticios se caracterizan por una baja utilización de insumos, agroquímicos y fertilizantes químicos.
Por otra parte la ganadería argentina es una de las pocas actividades que permite la trasformación de proteína vegetal no apta para el consumo humano en proteína animal de alto valor biológico indicado para el consumo humano. Si los sensores de la NASA se refinan aún más, estos avances serán clave para verificar qué países cumplen con los compromisos firmados en la COP 21 y posteriores. Un golazo para las vacas albicelestes.
Fuente:
Carneargentina.org.ar
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Publicado: Jueves, 09 Marzo 2023 12:38
Más de 35 años después del accidente nuclear en Chernobyl, Ucrania -la catástrofe de este tipo más grande de la historia- es posible hallar en los alrededores de la usina clausurada y en edificios abandonados una importante cantidad de perros que vagan por el lugar. Estos animales llamaron la atención de los científicos, que comenzaron a analizarlos con la esperanza de que enseñen a los seres humanos cómo se puede vivir en ambientes hostiles y degradados.
En uno de estos estudios, cuyos resultados salieron a la luz el viernes pasado, los hombres de ciencia realizaron una serie de análisis genéticos a unos 302 perros que deambulan por la llamada “zona de exclusión” de Chernobyl. Los científicos descubrieron, a priori, que estos animales, que estuvieron sometidos a distintos niveles de exposición a la radiación, son genéticamente diferentes al resto de los perros de otras partes del mundo.
Este es el primero de una larga serie de estudios genéticos sobre estos animales que fue publicada en la revista Science Advances. “Hemos tenido esta oportunidad de sentar las bases para responder a una pregunta crucial: ‘¿Qué se hace para sobrevivir en un ambiente hostil como este durante 15 generaciones?´”, afirmó, a la agencia AP, la genetista Elaine Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, una de las autoras del estudio.
Tim Mousseau, otro artífice del estudio, profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Carolina del Sur, expresó que los perros “brindan una herramienta increíble para observar los impactos de esta clase de ambiente” en los mamíferos en general.
El 26 de abril de 1986, una explosión y posterior incendio en el Reactor Número 4 de la usina en el distrito de Chernobyl, a 16 kilómetros de la ciudad de Pripyat, norte de Ucrania -en ese entonces, parte de la Unión Soviética- provocó el escape de un polvillo radiactivo hacia el ambiente. Esto contaminación se prolongó durante días, expandiendo el material radiactivo a muchos kilómetros a la redonda del sitio del incidente. La zona de exclusión alcanzó un radio de 1600 kilómetros cuadrados desde la planta.
Tras la explosión murieron, de forma inmediata, unos treinta trabajadores. Pero con los años se calcula que la mortalidad por envenenamiento radiactivo pudo -y puede- haber alcanzado a miles de víctimas.
El estudio de los perros
Los investigadores creen que los perros que analizan en estos estudios son los descendientes de aquellos que fueron abandonados por sus dueños al momento de evacuar la zona tras la catástrofe. En rigor, el Ministerio del Interior Ucraniano, bajo el mando del Kremlin, había ordenado que todas las mascotas sean eutanasiadas. Pero varios animales lograron eludir esta cita con la muerte.
Sin embargo, pasado el brutal desastre nuclear, los perros parecen habérselas arreglado bastante bien. Actualmente, según un censo de la iniciativa Investigación de Perros de Chernobyl que reproduce el diario español El País, hay más de 800 perros salvajes en el área. “Cualquier cosa que podamos aprender sobre cómo sobreviven los perros en ese entorno será de relevancia directa para los humanos en Chernobyl y otros entornos radiactivos”, aseguró Mousseau al citado medio.
Este científico trabaja en el área del desastre desde fines de la década del ‘90. En 2017 comenzó a tomar muestras de sangre a estos perros. Algunos de ellos viven dentro de la usina, rodeados de un ambiente industrial apocalíptico. Otros están a una distancia de entre 15 y 45 kilómetros del epicentro de la catástrofe.
Lo asombroso fue que el ADN de estos animales permite diferenciar fácilmente a los perros que se encuentran en las zonas de alta, baja y mediana radiación. “Fue un gran hito para nosotros”, señaló Ostrender, que agregó otro dato llamativo: “Lo sorprendente es que podemos identificar alrededor de 15 familias distintas de estos animales”.
A partir de este primer análisis, los investigadores pueden dedicarse a buscar el tipo de alteraciones que presenta el ADN de los perros. “Podemos compararlos y decir: veamos las diferencias, qué cambió, qué mutó, qué evolucionó, qué te ayuda, qué te perjudica a nivel del ADN”, dijo Ostrander a AP. Para ello, los científicos deberán diferenciar los cambios inconsecuentes en el genoma de los cambios útiles.
Los objetivos del estudio de los perros
Según los investigadores, las conclusiones de estos estudios podrían tener muchas aplicaciones. En especial, porque brindaría pistas acerca de cómo los humanos y otros mamíferos pueden vivir actualmente y en el futuro en regiones bajo “ataque ambiental continuo”, como en el ambiente de alta radiación del espacio.
La continuidad de las investigaciones requerirá que los científicos pasen más tiempo con los perros en el lugar, a unos 100 kilómetros de Kiev, capital ucraniana. Pese a que el país se encuentra en guerra contra los invasores de Rusia, Mousseau afirmó que él y sus colegas estuvieron en el sitio en octubre y no vieron acciones bélicas.
El científico se aventuró también a hablar de la parte tierna de la investigación, al señalar que muchos miembros de su equipo hicieron amistad con los perros. Incluso a una de ellas la bautizaron Prancer, que en español significa ‘Saltarina’, por la manera en que brinca alrededor de los investigadores cada vez que se acercan a ella.
“Aunque están libres, siguen disfrutando la interacción con los seres humanos. Sobre todo cuando aparece la comida”, afirmó el científico estadounidense.
Con información de agencia AP
Fuente: LaNacion.com