Un estudio publicado en 2014 encontró ADN de al menos una especie de Bartonella en el 28 % de los 114 veterinarios y técnicos veterinarios examinados. Debido a que solo se tomó una muestra de sangre de cada participante, la verdadera prevalencia podría haber sido mayor dada la naturaleza recurrente de las bacteriemias por Bartonella.
Como parte de la investigación, la especie presente en los participantes del estudio se pudo determinar para 27 sujetos. En este sentido, Bartonella henselae fue la más numerosa, encontrándose en 15 de ellos. Bartonella vinsonii estaba presente en 7 individuos, Bartonella koehlerae en 6 personas, mientras que, por último, Bartonella volans aparecía solo en uno.
Entre los sujetos positivos a Bartonella, el 70 % describió dolores de cabeza que ocurrían de forma recurrente. Además, aproximadamente el 68 % de las personas positivas a la bacteria también informaron de mayor irritabilidad, en comparación con las personas libres de la infección.
Michael Lappin, profesor de enfermedades infecciosas de la Facultad de Veterinaria y Ciencias Biomédicas de la Universidad de Colorado, EEUU, señala que “el mayor riesgo que conllevan las pulgas y que podrían enfermarlo como veterinario o propietario es, en realidad, Bartonella. Pensamos en ello como fiebre por arañazo de gato, pero realmente la bacteria llega a las garras del felino por la suciedad o excrementos de las pulgas”.
SIN PARÁSITOS, NO HAY RIESGO DE INFECCIÓN
Lappin, quien también preside el Comité de One Health de la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA), comenta que “se sabe que las especies de Bartonella (particularmente Bartonella henselae), son la causa de la enfermedad por arañazo de gato, peliosis hepática, angiomatosis bacilar, endocarditis bacteriana y una serie síndromes inflamatorios humanos como la poliartritis”.
En este sentido, dado que las bacterias están presentes en las cavidades, en la piel y en las garras de gatos con infestaciones por Ctenocephalides felis, los trabajadores de centros veterinarios pueden tener un mayor riesgo de desarrollar síndromes asociados a la bacteria Bartonella por la exposición a gatos o pulgas infectadas.
Por lo tanto, los expertos instan a extremar las precauciones y llevar a cabo un adecuado plan de desparasitación, ya que “una mascota sana sin parásitos es un peligro mínimo para la salud humana".
Actualmente, según indican, ningún medicamento puede eliminar de manera consistente el estado de portador de la especie Bartonella de los gatos sanos y los antibióticos como la azitromicina pueden seleccionar rápidamente cepas resistentes. En algunas circunstancias, “el veterinario y el médico pueden optar por realizar pruebas en gatos en contacto con personas inmunodeprimidas o con manifestaciones clínicas de bartonelosis".
UNA ENFERMEDAD INFRADIAGNOSTICADA
Por su parte, Ed Breitschwerdt, profesor en la Facultad Veterinaria de la Universidad de Carolina del Norte, EEUU, dedica gran parte de su investigación a las especies de Bartonella y la bartonelosis en animales y humanos.
El experto cuenta que “entre los tipos de bartonelosis en humanos, tanto los veterinarios como los no veterinarios desarrollan con mayor frecuencia la enfermedad por arañazo de gato, que definitivamente se asocia solo con B. henselae”.
También se ha informado la transmisión de Bartonella por mordedura de perro en humanos, pero el profesor indica que los perros no mantienen un alto nivel de bacteriemia como lo hacen los gatos. Además, los veterinarios también se han infectado con la bacteria a través de pinchazos de agujas.
Por desgracia, el microorganismo Bartonella es extremadamente difícil de cultivar mediante técnicas tradicionales para la realización de pruebas. No obstante, el equipo del Dr. Breitschwerdt probó un medio de crecimiento a base de insectos, que funcionó, para su asombro. La prueba se validó en perros y luego el equipo comenzó a utilizar la técnica para evaluar a los veterinarios. “Los veterinarios son los canarios en la mina de carbón mediante los cuales los médicos finalmente comprenderán la bartonelosis humana”, afirma el especialista.
PREVENIR, MÁS IMPORTANTE QUE TRATAR
En términos de prevención, los veterinarios deben darse cuenta de que Bartonella puede infectar a casi todas las células, por lo que los trabajadores podrían infectarse si se cortan mientras realizan una cirugía o si se exponen a derrames patológicos u otros fluidos corporales.
Evitar las mordeduras y los rasguños es un método reconocido para prevenir la infección por Bartonella, pero no siempre es posible. Breitschwerdt aconseja a los veterinarios que “desinfecten cualquier mordisco o rasguño de inmediato y, preferiblemente, anoten en un registro médico personal que ha ocurrido el mordisco o arañazo para que no se olviden de ello si desarrollan síntomas más adelante”.
En este sentido, Hilary Lucero, veterinaria de pequeños animales que ha sufrido infecciones por Bartonella y Babesia, comenta que “prevenir estas infecciones es una mejor opción que intentar tratarlas. Es necesario un enfoque de One Health basado en la prevención de pulgas y garrapatas para los animales y búsqueda de atención cuando se produzca la exposición”.
Bartonella y Babesia pueden ser “un problema mucho mayor en personas sanas de lo que se pensaba originalmente, y se necesitan más investigaciones. Al igual que el SARS-CoV-2, todavía estamos en el proceso de resolverlo todo", añade la veterinaria.
Los expertos animan a los veterinarios que “estén al tanto de las enfermedades zoonóticas ocultas y emergentes que pueden contraer dentro y fuera del trabajo, junto con las zoonosis más obvias pero que a menudo se pasan por alto”.
Fuente: DiarioVeterinario.com