- Detalles
-
Categoría: Interés general
-
Publicado: Domingo, 05 Julio 2020 00:46
La producción de vacunos ha sufrido en los últimos años el recrudecimiento de una vieja ectoparasitosis como es la sarna. La intensificación de los sistemas, apoyada en el incremento de la carga animal en pastoreos y los encierres para engorde a corral, ha favorecido la transmisión del ácaro que produce la sarna común del bovino ( Psoroptes bovis ). Ese contexto, contribuye fuertemente al necesario contacto entre animales para que el ácaro se difunda rápidamente durante el otoño y el invierno.
La baja del consumo, las pérdidas de proteína por las lesiones dérmicas y las enfermedades asociadas, son responsables de mermas productivas que pueden llegar a 40-50 kilos en feedlot o 10-20 kilos en pastoreo en 4-8 semanas de curso clínico de la parasitosis. Esto ha motivando consultas permanentes de veterinarios y ganaderos, quienes describen la gravedad de los cuadros clínicos y, especialmente, la "falla en los tratamientos con productos inyectables".
El pequeño ácaro -menor a un milímetro- vive siempre en la piel del vacuno ("parasitosis obligada"), presumiendo ser un blanco muy accesible para a los antisárnicos y así, de fácil erradicación. Sin embargo, la piel también asegura temperatura y alimentación adecuadas para que la infestación progrese rápidamente.
El ciclo de vida lo completa entre diez y doce días, por lo que, en ocho semanas de curso clínico se producen entre cinco y seis generaciones sucesivas del parásito; esto se traduce en lesiones masivas de la piel del dorso, flancos y pecho de los animales. Los ácaros en pelos y costras a la intemperie -rascaderos, alambrados- pueden se infestantes hasta unas dos semanas, aunque el contagio entre animales es por lejos, la vía más importante.
Los antisárnicos disponibles en el mercado deben superar una rigurosa prueba (100% de eficacia) auditada por Senasa. Tradicionalmente, se han utilizado formulaciones y principios activos para baños de inmersión o aspersión. Pero, la falta de bañaderos y de equipos de aspersión apropiados, han condicionado seriamente su aplicación en la práctica.
Por esto y también por la alta eficacia y practicidad, los ganaderos se han volcado masivamente a los endectocidas inyectables, derivados de las avermectinas y/o milbemicina. Estos compuestos registrados por Senasa deben eliminar la sarna de los animales. Entonces, ¿por qué hay tanta dificultad para curar la sarna? Veamos los factores.
Diagnóstico incorrecto: confundir sarna con piojera, a pesar de que la primera produce lesiones "húmedas", costrosas y con mayor compromiso de la piel que los piojos, y éstos se caracterizan por depilaciones secas y pérdida de pelo por rascado. La utilización de inyectables no alcanza eficientemente a los piojos masticadores -los más comunes-.
Desparasitar la tropa completa: solo un animal que quede sin dosificar asegura el fracaso del tratamiento, convirtiéndose en fuente de infección del resto con reaparición de casos clínicos a las pocas semanas pos tratamiento.
Aplicar productos registrados: en su marbete debe estar expresamente indicado para sarna psoróptica ( Psoroptes bovis ) en bovinos, confirmativo que superó la prueba oficial de eficacia (100%).
Ajuste incorrecto de la dosis: la subdosificación que atenta directamente contra la eficacia del producto. Un solo tratamiento debe curar a los animales.
La aplicación incorrecta: debido a Inyección perpendicular al animal (vía intramuscular) en lugar de generar un pliegue en la piel con la otra mano para asegurar la vía subcutánea. Pérdida de producto: como consecuencia de la aplicación de la inyección en el tejido incorrecto (muscular) que no alcanza a contener el volumen dosificado y derrama por piel.
Tratamiento: No mezclar tropas hasta dos semanas posteriores a la aplicación de los productos al uno por ciento (y cuatro semanas para los de alta concentración), debido a que la eficacia absoluta (100%) se alcanza poco antes de los 14 días pos tratamiento para los primeros y entre 21 y 28 días para los de alta concentración.
La sarna de los bovinos se puede prevenir y hasta erradicar en los establecimientos ganaderos si se implementa un programa basado en antisárnicos inyectables -lactonas macrocíclicas- y el manejo apropiado de los animales tratados. Hay que tener en cuenta que:
- La sarna no se trasmite entre ovinos y vacunos.
- Que las piojeras también provocan prurito y rascado, y no son completamente alcanzadas por los inyectables.
- El ingreso de animales ajenos al sistema, los que deberían desparasitarse y estar aislados dos semanas antes de incorporarlos al rodeo.
- La integridad de los alambrados linderos del campo.
- Para minimizar los riesgos de fracaso en los tratamientos, es imprescindible utilizar productos de reconocida calidad, aprobados contra sarna psoróptica, con especial atención en su correcta aplicación.
Los autores son consultores de de Fiel & Steffan
Fuente: Cesar Fiel & Pedro Stefan para lanación.com
- Detalles
-
Categoría: Interés general
-
Publicado: Jueves, 02 Julio 2020 21:34
El especialista Aníbal Pordomingo sostiene que hay prácticas sencillas para disminuir el impacto ambiental en la cría, recría y terminación, que a la vez generan un incremento de la productividad. Utilizar bien las pasturas, acortar el período ocioso de los vientres, aumentar el porcentaje de destete, recriar a buen ritmo y mejorar la eficiencia de conversión en el feedlot, abren oportunidades de mejora.
"En la medida en que manejemos los sistemas productivos con mayor eficiencia para que el bovino convierta mejor el alimento en carne, podremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Más productividad y cuidado del ambiente van de la mano", afirmó el Ing. Agr. Aníbal Pordomingo, Coordinador de Producción Animal del INTA, en un nuevo webinar organizado por el Foro Argentino de Genética Bovina sobre Ganadería y Cambio Climático, que abordó un aspecto clave para el negocio ganadero y estratégico para el sector, dada la creciente amenaza del lobby contra la carne vacuna con el argumento de la contaminación de los recursos.
Por ser rumiante, el bovino fermenta el alimento que consume y emite metano y otros gases, pero esto varía según la etapa del ciclo de vida y el sistema de producción. "La cría es el eslabón de mayor impacto, incluyendo todas las categorías que la integran, como la vaca, la reposición y los toros. Entonces, producir cerca de un ternero por vaca y por año nos llevaría a mejorar la eficiencia y, con ello, a bajar las emisiones", planteó, presentando los datos de varios modelos científicos internacionales.
En la Argentina, con un 60% de destete, la cría estaría generando el 82% de las emisiones totales del ganado (medidas como kg CO2 eq./kg carcasa) pero si se aumenta el destete al 85% podría bajar al 65%.
"La mayor emisión de la cría estaría dada por la cantidad de horas de pasto que cosechan y fermentan los animales para producir un kilo de peso vivo. En cambio, la recría y el engorde producen más kilos en función de la cantidad de materia seca utilizada, con lo cual emiten menos", explicó.
En la práctica
Para respaldar estos conceptos, Pordomingo comparó la cantidad de pasto que requiere producir un novillo de 450 kg en un sistema pastoril con terminación a corral, si el rodeo tiene un 60% destete y si avanza al 85%. En ambos casos consideró un ciclo de 30 meses, desde la preñez a la faena, o sea incluyendo los nueve meses de gestación.
"Si mejoro la eficiencia y logro un mayor destete puedo producir los mismos kilos de carne pero estoy fermentando menos cantidad de pasto por unidad de producto y, automáticamente, estoy reduciendo las emisiones", aseveró.
Para el especialista, aunque el animal se termine a corral, los sistemas argentinos son muy pastoriles. "La participación del forraje, tanto pasturas naturales como implantadas, es muy alta incluso en la producción de un animal liviano (380kg) y aún si se incrementa el porcentaje de destete", indicó.
"Entonces, aunque se pueden hacer ahorros en la terminación, la clave para disminuir emisiones está en cómo se utiliza ese pasto, sobre todo, en la cría y también en recría", advirtió, detallando que, en otros países donde la ganadería es más intensiva, "lograron sistemas menos emisores, aunque se generan otras externalidades o costos sociales".
Oportunidades de mejora
A nivel global, las mediciones de gases de efecto invernadero se basan en las metodologías del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en particular la cantidad de carbono emitida para producir cada kilo de carne, sin considerar la captura de los pastos. "Si bien esto va en desmedro de nuestros sistemas, aún así, tenemos espacios para mejorar", sostuvo Pordomingo.
En la cría, un punto clave es acortar el período ocioso de los vientres, lo que además de mejorar la eficiencia del rodeo, contribuye a reducir las emisiones por kilo producido. "Hay algunos establecimientos que entoran a los 13 a 15 meses. Y para estandarizar el nacimiento de los terneros destinan la cabeza de los vientres (según fecha de parto en la parición anterior) a un segundo servicio, ya que este grupo se preña más fácilmente", ejemplificó.
En esa línea, más allá de estacionar el servicio, acomodándolo a los ciclos forrajeros, se busca acortarlo todo lo posible, a 70 días, para ejercer una máxima presión sobre la fertilidad. "La vaca cabeza siempre tiene una expresión de fertilidad superior al resto", remarcó y mostró un gráfico de un rodeo con un servicio de 90 días que presenta el pico de la preñez a los 45 a 60 días.
Continuar leyendo la nota completa aquí...
Fuente: Agrositio