- Detalles
-
Categoría: Interés general
-
Publicado: Lunes, 08 Noviembre 2021 13:15
Es una ovejera alemán adiestrada que descubrió los cuerpos de las turistas israelíes asesinadas en Guaymallén por Gilad Gil Pereg, hijo y sobrino de las víctimas.
El colmo en la historia del femicida que se cree gato es que una perra fue clave para llevarlo a la cárcel. Gilad Gil Pereg (40), condenado a prisión perpetua por el doble femicidio de su madre y su tía, fue descubierto por la pericia de "Ruca" y su adiestradora Ayelén Castro.
La perra, de raza ovejero alemán, encontró rastros de las víctimas en unas bolsas de cemento y en una remera. Y marcó con precisión el sitio donde estaban enterrados los cuerpos, a 90 centímetros de profundidad, en una habitación del fondo de la casa del asesino.
El miércoles, durante la lectura de la sentencia, la fiscal Claudia Ríos repasó los aciertos de la investigación para desenmascarar a Gil Pereg, quien hasta entonces daba entrevistas y se mostraba preocupado por la desaparición de sus familiares.
La fiscal mencionó primero al animal y su colaboración crucial. “Fue primordial el Grupo Escam, de rastreos con canes. La perra Ruca indicó el lugar en el que estaban los cuerpos”, dijo Ríos.
Fue el 18 de enero de 2019 cuando interviene Ruca. Las turistas israelíes Phyria Saroussy (63) y Lily Pereg (54) llevaban una semana desaparecidas. Los investigadores no habían podido encontrar fisuras en el testimonio de Gil Pereg, el último que las había visto con vida.
En un primer momento, el caso lo investigó la policía turística. Gilad dio detalles del último día en que se las vio con vida. Describió el recorrido que habían hecho hasta la parada de micros, cómo iban vestidas y la personalidad de cada una.
A medida que pasaban los días, los rastreos por la zona y las cámaras de seguridad no daban indicios de qué les pudo haber pasado.
Intervino el consulado de Israel y el de Australia, porque Lili era un conocida científica que daba clases en una universidad australiana.
El relato de Gilad era preciso: su madre y su tía habían ido a su casa, frente al cementerio de Guaymallén. Y habían vuelto en micro al departamento que tenían alquilado en la ciudad de Mendoza, entre la noche del viernes 11 y la madrugada del sábado 12.
Las cámaras del cementerio, que sí registraron su llegada, nunca pudieron captar la salida, porque estaba rota la cámara que apuntaba al portón de la casa del israelí. "Todo lo que ha dicho, ha sido comprobado" dijeron los investigadores.
La única sospecha que persistía era que las mujeres no hubieran abandonado el predio en Guaymallén, que había sido allanado durante dos jornadas completas.
Todo cambió por Gil Pereg cuando llegó Ayelén Castro, la adiestradora de Ruca. Fue el 18 de enero. “Ese día tuvimos una participación pequeña, porque el hombre (Gil Pereg) se encontraba en su casa y no permitió que soltásemos los perros. Pero cuando se descuidó, yo dejé libre a Ruca quien marcó, ladró y se puso a rascar una pila de ladrillos y una bolsa de cemento”, recordó Ayelén.
Las manchas de sangre en una remera del sospechoso y en la bolsa de cemento complicaban a Gil Pereg. Una semana después, encontraron los cuerpos.
"El sábado 26 fuimos a otro allanamiento en la casa del sospechoso. "Ruca" repitió la búsqueda utilizando una técnica que implica hacer agujeros en la tierra para que el olor les llegue más fuerte al hocico. Allí marcó los mismos lugares",detalló la adiestradora.
Ya no quedaron dudas de que allí había algo que era necesario desenterrar. Comenzó la excavación en esa zona delimitada por la perra y, debajo del cemento y un montículo de piedras, aparecieron los cuerpos.
Con estas pruebas, el pasado 3 de noviembre, un jurado popular condenó a Gil Pereg a prisión perpetua.
[ Leer nota completa aquí ]
Fuente: Roxana Badaloni - Clarin.com